#356

Jamás podría olvidarse de ese día. Aquel día en el que el horror refulgía cual lúcida pesadilla. La semana que le precedió, sus mejores amigos fueron únicamente los árboles y el viento. Recordaba con exactitud aquel fatídico día, miles de gotas caían del cielo gris y oscuro que parecía agrietado. Los rayos y los truenos inundaban las grietas, y a Heaven le parecía que la buscaban.

Su corazón había dejado de latir, pero ella jamás hubiera deseado que así fuera, al menos, no si hubiera sabido las consecuencias. Hubiera preferido no desear volar y vivir para siempre. Ahora viviría para siempre sí, pero en vez de conseguir la libertad, había conseguido encerrarse en una cárcel. Había dictado sentencia a su niñez y su vida, sin siquiera saber que aquello que poseía era una mansión con jardines en los que perderse y lugares secretos llenos de magia. 

Había matado a toda su familia por culpa de aquella maldición y eso nunca se lo perdonaría por mucho que viviese. 

Recordaba con ternura las flores salvajes que parecían encadenadas a la fachada de su casa familiar, aquellas que ahora se habían marchitado. Porque lo que un día fue un sueño, se había convertido en una pesadilla que tendría que ver cada día, que tendría que sentir cada milésima de su "vida".

Cuando la encontraron dentro del baúl, en el bosque, tras haber pasado dos semanas escapando, no supieron muy bien qué hacer con ella. La sangre cubría su vestido azul, pero ni siquiera repararon en aquello. Sólo pudieron ver a Boo y las fotografías del álbum familiar. 

Heaven dejó de ser humana para convertirse en una pequeña arrebata-vidas, una pequeña a vampiresa. Arrebataba vidas igual que se la arrebataron a ella. Era un monstruo, era la Muerte.